Hay algo súper importante que mencionaba Daisy en la entrada anterior y es que las redes sociales son una extensión de nuestra vida, pero no nuestra vida y creo que esa distinción es la que no estamos siendo capaces de hacer actualmente. Hoy, lo que vemos en el mundo virtual se convierte en nuestra realidad, no hay distinción entre el mundo digital y el mundo real y por lo tanto, también las expectativas del mundo digital las llevamos a la vida real.
Pareciera ser que esta posibilidad que nos dan las RRSS de crear y construir un personaje moldeable a través de historias y publicaciones no nos deja más opción que ser parte de esta nueva realidad, mostrar lo mejor de nosotros y ser lo más “instagrameable” posible. De esta forma, esta imagen muchas veces se convierte en la única que dejamos ver de nosotros y a su vez la única que conocen de nosotros.
Como nos vemos más en historias que en instancias presenciales, ya es común que las personas nos llamen por nuestro nombre de usuario o nos conozcan como "la persona" que sube cierto contenido a redes sociales. Y así sin darnos cuenta somos llevados de cierta forma a vivir una vida en función a quién soy en redes sociales y a la vez, preocuparnos excesivamente por qué imagen estoy mostrando ahí.
Las redes sociales son el espacio perfecto para hacer que el mundo gire alrededor de nosotros mismos, y para proyectar un gran holograma de un súper nosotros. Y aquí es dónde me pregunto, entre todo lo que significa digitalizar nuestra vida y virtualizar nuestra identidad ¿Estamos reflejando a Cristo en la era digital? ¿Estamos siendo luz solo en la iglesia o también con nuestro celular?
Las redes sociales son el espacio perfecto para hacer que el mundo gire alrededor de nosotros mismos, y para proyectar un gran holograma de un súper nosotros
Pienso que como cristianos no estamos exentos de caer en esto, en usar las redes sociales para mostrar lo perfectos e instagrameables que somos y proyectar un gran holograma de nosotros mismos, solo que con un versículo en la biografía e historias con una biblia abierta en una cafetería. Nuestra vida devocional pasa a ser solamente una foto bonita y nuestra vida espiritual una historia destacada más. Sin embargo, ¿Cuál es el fin de todo esto? El mundo girando alrededor de nosotros no puede hacer más que llevarnos finalmente al vacío, a la frustración y a la decepción de que no somos lo suficientemente buenos y no hay nada en nosotros mismos que pueda llenarnos.
Aunque engañemos a nuestros seguidores de Instagram e incluso aunque nos engañemos a nosotros mismos, a Dios no le podemos engañar. (Gál 6:7-9)
Por mucho que nos cueste o no nos guste asimilarlo, no somos nuestras redes sociales, incluso aunque muchas veces nos gustaría que así fuera. En realidad somos lo que somos cuando no hay nadie más.
Hay una frase que me gusta mucho y es: "Eres quién eres realmente cuando nadie está mirando". Y es que encuentro tanta verdad en esta frase, pues no hay nadie a quién impresionar. Si llevamos la pregunta al ámbito de las RRSS, podríamos decir: "¿Quién eres cuando no estás posteando?, ¿Quién eres detrás de esas historias bonitas de café y versículos?" No estoy diciendo que subir historias de café y versículos esté mal, yo también a veces lo hago, sin embargo ¿Qué es lo que hay realmente detrás? ¿Me estoy tomando más tiempo en hacer un reel bonito o en pasar tiempo con Papá? Recuerda que dónde está tu tesoro ahí estará también tu corazón.
'Entonces, ¿busco ganarme la aprobación humana o la de Dios? ¿Piensan que procuro agradar a los demás? Si yo buscara agradar a otros, no sería siervo de Cristo. ' Gálatas 1:10
Hemos sido creados a imagen y semejanza de Dios y somos llamados a reflejar a Cristo en cada área de nuestra vida, esto incluye las redes sociales. Es necesario que Jesús crezca en mi cada día y que yo mengüe, por eso te invito a preguntarte hoy: ¿Cuál es mi imagen y semejanza? ¿Estoy siendo un reflejo de Cristo o un gran holograma de mí mismo?
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